martes, 27 de noviembre de 2012

unidad nacional

 

 


LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA DE 1940 A 1970
En el terreno económico, la agricultura, que había permanecido prácticamente
estancada desde finales del porfiriato, cobra un impulso importante. La superficie
cultivada creció de 15 a 24 millones de hectáreas entre 1930 y 1960. Producto de
esta expansión y de las mejoras tecnológicas, México fue autosuficiente en granos
básicos hasta mediados de los sesentas.
En este mismo periodo la industria reporta también un avance significativo. A
partir de 1936, el valor de las manufacturas subió a un ritmo anual del 8%. La industria
de la construcción y la electricidad también incrementó su valor.
Estos factores hicieron posible que la economía mexicana creciera a una tasa
superior al 6% anual, crecimiento por arriba del promedio de los países latinoameri-
canos, entre ellos Brasil, Argentina y Venezuela.
Pero los beneficios de esta riqueza no se distribuyeron de manera equitativa
entre la población. En los sesentas, según nos recuerda don Daniel Cosío Villegas,
el 10% de la familias más privilegiadas se apropiaba de casi la mitad del ingreso
nacional, mientras que el 40% de las familias más pobres apenas tenía acceso al
14% del mismo.
Este desequilibrio también se presentaba entre las distintas regiones del país.
Había estados de la República que progresaban económicamente (Nuevo León,
Puebla y Jalisco, por ejemplo), mientras otros permanecían estancados (Oaxaca,
Chiapas, Guerrero, por ejemplo). Al interior de estos estados también existían zonas
más depauperadas que otras. El caso más claro del desequilibrio regional era el del
Distrito Federal, que con el territorio más pequeño del país estaba habitado por más del
doble del estado más poblado y el presupuesto de egresos del Departamento del Distrito
Federal era dieciocho veces mayor que el de Nuevo León, el estado más rico.
A continuación señalaremos de manera más detallada algunos de los cambios
registrados en el país. Dividimos este periodo en tres momentos, el primero, de
1940 a 1952, comprende los regímenes de los presidentes Manuel Ávila Camacho
y Miguel Alemán. El segundo, de 1952 a 1964, comprende el ejercicio presidencial
de Adolfo Ruiz Cortinez y Adolfo López Mateos. El tercero y último de 1964 a 1970,
corresponde al periodo presidencial de Gustavo Díaz Ordaz.
Unidad Nacional
En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, México se enfrentó a problemas de
condicionamiento externo; en estas circunstancias, el presidente Manuel Ávila Cama-
cho aprovechó esta situación internacional para presentar una política que bus-
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CIENCIAS SOCIALES
caba la Unidad Nacional; pretendió redefinir las bases del sistema político mexi-
cano.
Ávila Camacho recibió un país dividido, tanto por el apoyo como por las reacciones
en contra de las políticas aplicadas por el presidente Cárdenas. Parte de la derecha
simpatizaba con el candidato perdedor de la presidencia, Juan Andreu Almazán y
pensaba que los males provenían de los sectores de extrema izquierda: socialistas
y comunistas.
A causa de la presión externa de los sectores se modeló lo que sería la política
mexicana de los siguientes sexenios: la búsqueda del equilibrio y la armonía. Debido
a ello no hubo enfrentamientos entre los sectores obrero y capitalista como los
ocurridos en gobiernos anteriores.
Gran parte de este sexenio coincide con el desarrollo de la Segunda Guerra
Mundial; durante ella, México logró aumentar el ahorro interno debido a los capitales
europeos que se refugiaron en nuestro país y el aprovechamiento de los mercados
abandonados por los norteamericanos, que se orientaron a la guerra.
Cambios en el sistema político
Entre 1946 y 1947 el partido en el poder: partido de la Revolución Mexicana (PRM)
cambia de nombre y se transforma en el actual Partido Revolucionario Institucional
(PRI).
La vieja generación de militares políticos decayó en este periodo, dando paso a
una nueva: la de los políticos con una visión nueva de la problemática de la nación.
El gobierno de Miguel Alemán se caracterizó por un elevado incremento del
capitalismo en la economía nacional; el ahorro que hubo en el periodo avilacamachista
fue orientado a fortalecer el proceso de industrialización y a la formación de una
infraestructura básica (electrificación, carreteras, etc.).
El proceso de industrialización fue fortalecido con una serie de estímulos a los
empresarios: créditos con bajas tasas de interés, exensión de impuestos y, de manera
significativa, la reducción del salario real de los obreros. Estas políticas hicieron
que, a la mitad de la década de 1940, la fisonomía mexicana se iba transformando

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